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Última actualización de la noticia: 24/07/2011
Viajar a un país exótico entraña una serie de riesgos ya que alrededor del 40% de las personas que lo hacen desarrollan un problema de salud durante su travesía. La doctora Magda Campins, miembro del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona y miembro de la Asociación Española de Vacunología, comenta qué medidas de prevención hay que llevar a cabo si emprendemos una ruta hacia un país en vías de desarrollo.
Como apuntábamos, casi la mitad de las personas que regresan de viajes a lugares exóticos lo hacen habiendo desarrollado una problemática de salud, aunque no siempre es adquirida en esos destinos. También puede ocurrir que una persona con una enfermedad de base empeore su estado por una descompensación de la propia patología. Las infecciones son la patología que aparece con más frecuencia, seguido de los problemas de piel, que representan un 10% de las consultas recibidas. Cabe destacar, de todas maneras, que estas alteraciones no suelen ser graves ni generan una alta mortalidad, ya que la mayoría de personas que mueren al realizar uno de estos viajes lo hacen en accidentes.
Las diarreas son las alteraciones que más aparecen en
los viajeros a países en vías de desarrollo, incluso
una vez habiendo regresado a su lugar de origen. La
hepatitis A se suele adquirir al consumir agua y
alimentos contaminados, igual que la fiebre tifoidea,
aunque ésta última con mucha menor frecuencia. Por
otra parte, también hay que destacar las infecciones
que se pueden transmitir por insectos, dentro de las
cuales se encuentran la malaria y la fiebre amarilla,
ambas adquiridas a través de la picadura de
mosquitos. Para alguna de ellas existen vacunas y
también profilaxis efectivas. Tampoco hay que
olvidarse de las enfermedades de transmisión sexual
que se producen con mayor frecuencia al mantener
relaciones con personas autóctonas del lugar. No
debemos obviar el hecho de que allí la prevalencia de
la hepatitis B y del SIDA es más elevada, así que es
indispensable utilizar métodos de protección.
Por último, cabe destacar también infecciones más
raras, como el cólera o la tuberculosis, que pueden
aparecer en viajeros que se trasladan por motivos de
cooperación y que viven durante largos periodos de
tiempo en zonas muy desfavorables en cuanto a medidas
de higiene y saneamiento ambiental.
Para minimizar los efectos comentados, hay que insistir mucho en el consumo de bebidas y alimentos seguros. Las bebidas deben estar embotelladas. No hay que consumir cubitos de hielo porque pueden estar hechos con aguas contaminadas, ni beber zumos de frutas que no estén envasados. Si resulta difícil controlar este aspecto, se pueden utilizar pastillas de cloro o yodo para descontaminar el agua de bebida. Por otra parte, también es conveniente evitar los alimentos crudos, como las ensaladas o el pescado crudo. El calor es un buen desinfectante, así que los alimentos cocinados tienen una mayor garantía de seguridad. Conviene evitar comidas en puestos callejeros y consumir helados.
Para evitar las picaduras, el uso de repelentes debe ser obligado en zonas donde haya dengue, malaria y fiebre amarilla. Hay que recordar que si empleamos protector solar, el repelente debe aplicarse por encima de éste ya que sino pierde su efecto. Cuando empieza a oscurecer hay que vestir prendas que nos cubran toda la superficie de la piel y que sean de colores claros, ya que los tonos oscuros atraen a los insectos. Conviene no usar perfumes, colonias ni desodorantes con olores fuertes o dulzones porque eso atrae a los mosquitos. En referencia a los animales, hay que evitar acercarse a ellos ya que la rabia es una enfermedad muy frecuente en los países en desarrollo. Si se sufre una mordedura de un animal con rabia, las consecuencias pueden ser muy graves, siendo la mortalidad muy alta. Respecto a las relaciones sexuales con personas autóctonas del lugar, es de obligado uso el preservativo. Hay que evitar hacerse un piercing o un tatuaje en determinados lugares, por el riesgo de adquirir el virus de la hepatitis B, C o el SIDA al reutilizar las agujas o el instrumental.
Siempre que se vaya a viajar a un país con una alta incidencia de todas estas enfermedades es necesario vacunarse. Lo idóneo es consultar alrededor de un mes antes de realizar el desplazamiento, ya que algunas de estas vacunas necesitan de dos o tres dosis, que deben ser completadas antes de iniciar el trayecto. Se debe distinguir entre vacunas obligatorias y vacunas recomendadas. La vacuna de la fiebre amarilla es obligatoria para entrar en determinados países. En cambio, la vacuna de la hepatitis A y la de la fiebre tifoidea, sin ser obligatorias, están muy  recomendadas en general en todos los viajes a lugares en vías de desarrollo. Otras vacunas que cabe resaltar, aunque no se recomiendan tan frecuentemente, son la de la encefalitis japonesa para determinados destinos de Asia, la de la encefalitis centroeuropea para zonas boscosas del centro y norte de Europa, la vacuna de rabia y la del cólera para cooperantes en lugares donde se han producido desastres naturales. Por otra parte, cabe recordar que la mayoría de vacunas pueden administrarse simultáneamente, con agujas y jeringas distintas y en lugares anatómicos diferentes. Para algunas vacunas atenuadas, si no se administran a la vez, hay que esperar un mes desde la aplicación de la primera para poder poner el resto.
Hay que distinguir tres grupos de viajeros especiales. El primero son las embarazadas, que en ocasiones tienen un mayor riesgo de desarrollar complicaciones por infecciones adquiridas en el viaje. Por ejemplo, si adquieren la malaria, el riesgo de mortalidad para el feto y para la propia madre es elevado, así que en función del destino escogido, lo mejor es desaconsejarles el viaje. Cabe añadir que en las mujeres en estado de gestación están contraindicadas las vacunas vivas, como la de la fiebre amarilla. El segundo grupo de viajeros especiales son los pacientes con enfermedades crónicas o que están siguiendo un tratamiento inmunosupresor. Estas personas deben llevar toda la medicación necesaria para el viaje, no deben facturarla en la maleta, ya que si ésta se pierde, se quedarían sin sus medicamentos. También es adecuado llevar todas las dosis necesarias para todo el viaje ya que es probable que en el lugar de destino no encuentren los fármacos que se requieren. En cuanto a las vacunas, estas personas deben consultar en los centros de vacunación internacional porque por su enfermedad pueden necesitar además de unas vacunas específicas. Por último, el tercer grupo de riesgo son los niños. Los hijos de inmigrantes que viven en nuestro país pero que en periodo vacacional vuelven al país de sus padres, donde hay otras condiciones y medios higiénicos más desfavorables, deben ir protegidos antes de viajar porque pueden ser fuente de importación de infecciones a raíz del viaje. Es muy recomendable vacunarlos de hepatitis A, a partir del primer año de vida.
1 Ficheros de sonido (15:26 mins):
Video Salud:"La Vacunación del Viajero", con la doctora Magda Campins.:
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