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Última actualización de la noticia: 24/10/2008
El dolor es un síntoma por el que acuden al médico de familia la mayor parte de los pacientes. Y es algo que genera no solo disconfort y malestar sino una enorme preocupación en el paciente y en su entorno. Cada persona percibe el dolor de una forma más o menos intensa, pero a grandes rasgos podemos diferenciar dos tipos de dolor frecuentes, el dolor agudo y el dolor crónico. En cualquier caso, existe tratamiento y alivio para la mayoría de los casos.
El dolor es un hecho subjetivo y la mejor medida es la
que puede dar el propio paciente; para ello, el médico
le pide que cuantifique el dolor en una cantidad que
puede estimarse del 0, que es no tener dolor, al 100
que es el máximo. Después debe caracterizar el dolor,
explicar cómo es, dónde duele y desde cuándo.
Hay técnicas que intentan objetivizar el dolor;
técnicas que miden la temperatura de la zona, otras que
miden las estimulaciones eléctricas que derivan de la
zona dolorida, otras miden el registro a nivel cerebral
la sensación dolorosa. Se puede ver como personas que
tienen un dolor en determinadas partes del cuerpo y se
vuelve crónico, como se va modificando el mapa de su
cerebro y como se va alterando, a su vez, cuando se le
aplican tratamientos para irlo controlando. Hay
técnicas que intentan cuantificarlo y
caracterizarlo.
El dolor es una de las causas más frecuentes de
consulta; una de cada 5 personas que acuden a un centro
de atención primaria lo hacen por dolor. los más
frecuentes son los dolores ósteoarticulares, derivados
de artrosis,
lumbalgias de tipo mecánico, traumatismos...; luego les
siguen un grupo de dolores del tipo dolor de cabeza y
otros tipos como el dolor
neuropático producido por la propia alteración del
sistema nervioso y después el dolor oncológico,
derivado de procesos tumorales. También existe un grupo
mixto llamado misceláneas, donde están la fibromialgia,
el dolor crónico no definido, la odontalgia...
Cuando el dolor dura más de 3 meses, empieza a tener
características propias, ya no ligadas a la lesión que
lo produjo y llega a establecer un cuadro que puede
considerarse una entidad patológica. Entonces el
objetivo es tratar al propio dolor más que a la causa
que lo provocó. El dolor
crónico hace sufrir a quien lo padece y va ligado a
la sensación de depresión, pobreza, de pensamientos de
destrucción y afecta a la vida social y personal del
paciente.
Un dolor agudo es fácil de tratar, pero el dolor
crónico es más complicado. Necesita tratamiento y un
enfoque multidisciplinar que impliquen terapias
físicas, psicológicas y farmacológicas. Dentro de estas
hay tres grandes grupos, donde están los analgésicos
puros (paracetamol,
opioides)
que alivian el dolor; antiinflamatorios,
que alivian el proceso inflamatorio que pueda acompañar
al dolor y los coadyuvantes, donde están fármacos que
inicialmente no se espera que sirvan para este cuadro
pero que tienen importancia, puesto que controlan
determinados tipos de dolor como los antiepilépticos,
los moduladores del estado de ánimo y que controlan el
dolor crónico de características neuropáticas.
Un parche transdérmico es una forma de administrar un
medicamento a través de la piel, en el que hay un
material con un fármaco diluido en él y a través del
contacto directo con la piel se va absorbiendo de forma
progresiva la sustancia. Se utiliza para fármacos del
tipo opioides o derivados que son para dolores
moderados. Con ellos, se evitan lesiones
gastrointestinales.
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