>> CATEGORÍAS SALUD
Twitter Logo
>> RSS PODCAST   ICONO RSS PODCAST   Add to Google
>> RSS NOTICIAS   ICONO RSS NOTICIAS   Add to Google

Una producción de:

Mediterranean Wave, S.L.
Barcelona (España)
Si quiere contactar con nosotros:
informacion@vivirmejor.es
http://www.vivirmejor.es
Aviso Legal
Contactar por la Web

PUBLICIDAD
>>   viernes 24 de septiembre de 2010
Salud y Calidad de Vida, Divulgación medico sanitaria con audio y video. Noticias para vivir mejor.

Permanentes, Obesidad - Síndrome Metabólico

Última actualización de la noticia: 28/07/2008

síndrome metabólico

Fotografía por: Xenia

Obesidad es una palabra que esconde la verdad de un trastorno físico, y que ha adquirido protagonismo a cargo de robárselo a otros términos mejor definitorios como gordura o sobrepeso. Sin entrar en consideraciones sobre la conveniencia o no de este término, lo cierto es que hoy es el protagonista de la medicina actual y por tanto tiene un peso, nunca mejor dicho, específico en la vida de las personas de hoy y las del mañana.

 

Se entiende por obesidad al exceso de masa adiposa (grasa), cuantificada mediante el índice de masa corporal (IMC), que corresponde a la relación entre los kilos pesados y el cuadrado de la estatura expresado en metros

 

Ahora bien, para no centrarnos en la definición de obesidad y hacer un monográfico del tema, mejor tratar una ramificación de la misma o consecuencia de ella como es el síndrome metabólico.

 

De entrada decir que el síndrome metabólico no se entiende sin la obesidad, y por tanto, uno sin el otro no son nada. Por ello, y pese a que sus caminos se separaron no hace mucho para ser tratados de forma diferente, es imposible desvincularlos y nada mejor que evitar o curar uno para evitar al otro.

Definición

Se puede definir al SÍNDROME METABÓLICO, como la conjunción de varias anomalías metabólicas, y en especial  a la suma de la obesidad central (abdominal) y la resistencia a la insulina.

Ahora  bien,  su definición real sería aquella en la que aparte de los factores mencionados (obesidad central y resistencia a la insulina), incluya al resto de alteraciones metabólicas derivadas (intolerancia a la glucosa, hipertensión arterial, nivel alto de triglicéridos,….)

Con conocimiento de esta enfermedad desde los años 20, no fue hasta la última década del siglo pasado, cuando las organizaciones, forums y centros de investigación dieron validez al término de Síndrome Metabólico como enfermedad en sí, y es por ello, que aún hoy en día, existen notables diferencias tanto en su definición, en su clasificación, en su divulgación e incluso en su nomenclatura , ya que también es conocido con otros nombres tales como Síndrome X plus, síndrome plurimetabólico, síndrome de insulinoresistencia, síndrome de Reaven, dislipemia aterogénica, etc…

Manifestación y síntomas

Malogradamente esta enfermedad no dispone de ningún chivato que haga presagiar a la persona el padecer  la misma, por lo que los pacientes que la desarrollan desconocen su existencia hasta que no es diagnosticada por un médico. Es decir, al no haber dolor específico ni síntoma claro para detectarla, una gran mayoría de los afectados viven con este síndrome sin saber que es una enfermedad grave y que está presente en su organismo.

Pese a afectar a cualquier rango de población, indistintamente de religión, sexo o cultura, es más prolífica allá donde la sociedad está más desarrollada, o sea, en los países con altos niveles de calidad de vida.

En general se estima que está afectando al 15% de la población en países como España, y algo más en los EEUU, y afecta especialmente a personas de entre los 35 y 50 años de edad, si bien los últimos estudios detectan un alarmante aumento entre la población infantil.

¿Qué síntomas pueden revelar la existencia de padecer esta enfermedad?, en principio ninguno en concreto, si bien un auto análisis personal permitirá pensar en la posibilidad de haber desarrollado o no esta enfermedad.

Principalmente uno puede presagiar el desarrollo del síndrome metabólico en función de los siguientes parámetros, y especialmente cuando se dan conjuntamente varios de ellos: Obesidad abdominal, hipertensión arterial, diabetes, colesterol, intolerancia a la glucosa, nivel alto de triglicéridos, y encima es una persona con malos hábitos en su quehacer diario: fuma, bebe, no practica ejercicio, come demasiadas grasas, sufre stress, abusa de los dulces y las bebidas  azucaradas, etc…

Otro de los factores a tener en cuenta es la predisposición genética, ya que el riesgo de desarrollar la enfermedad en personas con antecedentes familiares de haberla padecido se multiplica por dos, y por tanto, conviene que aumenten el número de controles médicos para evitar su desarrollo, o en el caso de tenerla, de iniciar el tratamiento lo más pronto posible.

Sin embargo, cabe destacar que estas alteraciones metabólicas con resistencia a la insulina, también pueden afectar a personas aparentemente sanas y delgadas, dando al traste con los síntomas principales de la enfermedad. Es decir, la población debe entender que esta enfermedad puede afectar a cualquiera, y que su forma de vida puede ser el vehículo que lo aleje o acerque a padecer o no este síndrome metabólico.

Diagnóstico

El diagnóstico depende del criterio seguido para establecerlo, ya que son varios los Organismos que lo diagnostican si bien con notables diferencias entre ellos, pese a  contar con  unos puntos concretos que son  comunes a todos.

En general y según las variantes que definen la existencia de esta enfermedad, se puede decir que  se padece síndrome metabólico siempre y cuando se prescriba lo siguiente: diabetes mellitas, intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina y como mínimo dos de las siguientes afecciones, presión arterial alta, nivel alto de triglicéridos, insuficiencia de colesterol positivo HDL, índice de masa corporal superior a 30 Kg por metro cuadrado, o microalbumiuria.

Algún estudio sugiere que debe presentar una resistencia a la insulina un 25% superior a los valores medios de insulina en ayunas de individuos no diabéticos.

Otros señalan que la obesidad central debe ser superior a esos 30 kgs por metro cuadrado antes referido, o tener un diámetro de cintura superior a los 94 cm o según otros, de más de 100 cms.

Al llegar a consulta es importante que el especialista realice un historial clínico completo, donde quedaran reflejados los antecedentes familiares y personales, los factores de riesgo, los hábitos de vida del individuo (dieta, ejercicio físico, tabaquismo, sedentarismo, consumo de tóxicos,…), el tipo de fármacos que ha tomado, así como cualquier síntoma relacionado con la arteriosclerosis.

Posteriormente se someterá al paciente a una exploración física, haciendo especial hincapié en las siguientes pruebas: medición del perímetro abdominal, control de la presión arterial, revisión cardiológica y pulmonar,  palpación de pulsos periféricos y en caso de pacientes diabéticos, realizar un fondo de ojo, examen de los pies, y por último ver los niveles de reacción neurológica a través de los reflejos y la sensibilidad.

Finalmente se realizarán otras pruebas adyacentes con el fin de completar un diagnóstico lo más elaborado posible.  Aquí puede haber infinidad de pruebas que podrían ayudar a determinar la presencia de síndrome metabólico, así como la posibilidad de que se conjunten varias enfermedades, complementarias o no, e incluso puedan servir para descartar ciertas patologías. Habitualmente se componen de las siguientes: Hemograma completo, analítica bioquímica, análisis de orina y un electrocardiograma

Todo ello nos pondrá sobre aviso de un síndrome metabólico bien diagnosticado y que tratamiento en concreto necesita cada paciente.

Tratamiento

Evidentemente el mejor tratamiento depende del mejor paciente, es decir la voluntad del enfermo de poner fin a esta enfermedad y su capacidad para hacer frente a ella. Es por ello que antes de entrar en la farmacología, debe prescribirse un tratamiento personal basado en temas de nutrición, dietética y ejercicio físico.

De vital importancia es la reducción de la obesidad central mediante la práctica de ejercicio, si bien se recomienda que el deporte a practicar sea de leve a moderado (andar, correr, bicicleta, gimnasia, natación, esquí nórdico, remo,…. y no comporte riesgos coronarios (squash, paddel, escalada, submarinismo, etc…)

A ello procurar andar una media de 20 minutos al día, reducir las horas de sentarse frente al televisor, mantener un orden horario, una rutina en las comidas, eliminar el tabaco y los excitantes, y por supuesto, mantener una actitud positiva ante la vida.

En cuanto a la dieta, se trata de reducir las calorías consumidas de forma gradual, y en general de evitar ciertos alimentos, especialmente las grasas y la bollería industrial a favor de otros más sanos como las verduras, la pasta,  el pan integral, las legumbres, los frutos secos, aquellos ricos en ácidos grasos tipo omega 3 como el pescado azul, el consumo de ajo, y en cuanto a bebidas pues aparte del agua, dar importancia a infusiones relajantes tipo manzanilla, hepáticas como el diente de león o digestivas como el poleo o la maría luisa. Si a esto le sumamos una reducción en el consumo de azúcar  al sustituirlo por otros edulcorantes  naturales como el agave, nuestro organismo sufrirá  una mejora importante en poco tiempo.

Hasta aquí no sería más que la aplicación lógica de poner un orden al paciente, si bien como hemos visto es una enfermedad de enfermedades, o lo que es lo mismo, se debería hacer tratamiento para cada una de las causas que han determinado la existencia de síndrome metabólico (sobrepeso, hipertensión, triglicéridos, diabetes mellitas, facilidad de coagulación de la sangre, colesterol,….)

TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO

El médico tras su diagnóstico vera la necesidad o no de recetar ciertos medicamentos para tratar la enfermedad, e incluso podría  incluir medicamentos destinados a rebajar la obesidad si el paciente no tiene voluntad para adelgazar por si mismo mediante dieta y ejercicio (ciertos casos demuestran que el estado de obesidad es una derivación de un problema de ansiedad y por tanto el paciente engulle de forma compulsiva los alimentos para después arrepentirse). Actualmente en España sólo hay dos medicamentos que cumplen con esta función: sibutramina y Orlistat, si bien hay indicios que en el transcurso de 2008 sanidad aprobará un tercero ya presente en Inglaterra.

En pacientes con facilidad para la coagulación sanguínea el tratamiento se acompañará con antiagregantes plaquetarios, se le administrará ácido acetilsalicílico o un derivado en caso de presentar alergia o intolerancia a este medicamento.

Si aparte existe hipertensión, el tratamiento  a seguir farmacológico vendrá determinado por el perfil metabólico del paciente y en las cifras de presión arterial que presenten. Es decir, se tratará con b bloqueantes, tiazidas o calcioantagonistas en función de cada paciente.

Los llamados tiazidas reducen la mortalidad cardiovascular, y a su vez incrementan los niveles de glucosa en un 10%, disminuyendo la resistencia a la insulina. En pacientes diabéticos  se reduce la microalbuminuria y la posibilidad de sufrir insuficiencia renal. Este tipo de fármacos pueden desaconsejarse sí el paciente tiene la función renal muy deteriorada, ya que presentaría complicaciones que derivarían en otras enfermedades.

En cuanto al tratamiento mediante betabloqueantes, ayudan a reducir la mortalidad por infarto de miocardio y por el contrario, si el paciente tiene diabetes puede empeorar la sensibilidad a la insulina, aunque en algún estudio se ha demostrado su compatibilidad incluso con este tipo de pacientes. Estos fármacos mejoran la sensibilidad a la insulina (no confirmado en el 100% de los pacientes diabéticos), aumentan el colesterol bueno HDL

Por último los calcioantagonistas se presentan como fármacos de apoyo, ya que muchas veces a los pacientes hipertensos se les hace una combinación de fármacos antihipertensivos, y entonces estos calcioantagonistas sólo se limitan a mantener los niveles de insulina y triglicéridos, mientras provocan una disminución del colesterol total.

También se suministra medicación para los pacientes con dislipemia. Aquellos que presentan hipercolesterolemia serán tratados con estatinas que reducen los niveles de colesterol LDL(malo) y triglicéridos e incrementan el colesterol HDL(bueno). Estos se muestran eficaces incluso en pacientes con diabetes mellitas, y combinados con ezetimiba reducen la morbimortalidad en pacientes con  elevado riesgo cardiovascular.

Por otro lado si la principal función es reducir los niveles de triglicéridos como factor de riesgo independiente, se administrarán fibratos como medicamento de elección y así hacer frente a la hipertrigliceridemia.

Los pacientes que presenten diabetes mellitus y para evitar la aparición de complicaciones microvasculares, serán controlados mediante continuas pruebas para medir la hiperglucemia en ayunas, y administrar las dosis adecuadas de insulina. Si a su vez hay un cuadro clínico de obesidad se tratará con metformina y antidiabéticos orales como las tiazolidinadionas, y en caso de que no se prescriba la obesidad se medicará con sulfonilureas o glinidas que han demostrado en terapias combinadas que reducen la resistencia a la insulina, mejoran los perfiles de glucemia, absorben las grasas adiposas y reducen algo la presión arterial.

En general y viendo el vínculo indisoluble entre la necesidad de aplicar medidas farmacológicas y el “recetar†un estilo de vida saludable, se estima que los pacientes que adopten las dos medidas con más rigor, podrán subsanar esas deficiencias metabólicas, con una salud fortalecida y con mayores controles para evitar nuevas recaídas.


Conclusión

Queda claro que la obesidad es una epidemia  del siglo en curso, así como el estrés y las depresiones, por lo que la medicina debe incidir en lograr tratamientos lo menos agresivos posibles y más eficaces, y divulgar mediante campañas informativas la necesidad de no jugar con la salud.

De todos es conocido que el tabaco mata, que el ejercicio provoca innumerables beneficios al organismo, que respetar unas normas y horarios mejora la resistencia inmunológica, que las dietas como la mediterránea son la panacea para combatir miles de enfermedades, pero…el ritmo de trabajo, las incompatibilidades horarias, el desgaste de las relaciones sociales, la imposibilidad de conciliar vida familiar y laboral, el desarrollo de la sociedad, incluso la cacareada globalización, y cientos de factores más, hacen que hoy el ser humano este expuesto a contraer estas enfermedades que nos trajo el desarrollo industrial  y que parece van a acompañarnos durante los próximos años.

Ser hoy un paciente de síndrome metabólico es ser un espejo de la sociedad actual, un enfermo moderno, propio del siglo que vivimos, y …ello debe hacer pensar a todos los implicados en la solución. No hay que ser pasota, hay que afrontar la vida con sus vaivenes, pero sobretodo hay que ser persona antes que individuo, fortalecer el conocimiento de uno mismo y su posición ante la vida que tiene delante, replantearse un modelo que nos lleva a enfermar por gula, por ambición, por codicia y por imagen.

Tener hoy síndrome metabólico es un presente que mañana puede ser pasado y en el futuro un mal recuerdo, pero al fin y al cabo, un recuerdo que te repite que sobreviviste a la enfermedad y por tanto eres un privilegiado que has sabido corregir errores y por tanto ahora maestro de nuevos enfermos que pasarán por ello.

“salud no sólo es la respuesta al estornudo de alguien, debe ser protagonista en tu película, nunca un secundarioâ€

 

 

 



Nosotros subscribimos los Principios del código HONcode. Compruébelo aquí. Web Médica Acreditada. Ver más información ¡CSS Válido! Valid XHTML 1.0 Transitional [Valid RSS]

 

 

 

 

3da6c2d4484059e8fdf06c043dc59782