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Última actualización de la noticia: 26/08/2009
El cáncer de próstata se produce cuando ciertas células prostáticas modifican su estructura, se vuelven malignas y comienzan a multiplicarse descontroladamente, provocando un aumento de las dimensiones de la glándula y con ello la posibilidad de taponar la uretra o la vejiga. Estas células podrían propagarse desde la próstata a otras partes del cuerpo, como los huesos y ganglios linfáticos, originando una metástasis. El cáncer de próstata tiende a ser multifocal y con frecuencia afecta a la cápsula glandular lo que facilita su expansión a la periferia.
La glándula de la próstata, que forma parte del aparato reproductor masculino, se localiza bajo la vejiga y justo delante del recto. Con un tamaño variable, parecido a una pelota de ping pong, rodea en parte la uretra y segrega un líquido que forma parte del semen.
La incidencia del cáncer de próstata
ha aumentado más de un 100% en los últimos 10 años.
Entre los posibles factores que han provocado un
incremento de la incidencia de este cáncer
destacan:
El envejecimiento de la población, la mejora en el
diagnóstico, mejoras en las técnicas de diagnóstico,
mayor divulgación, nuevas técnicas de detección precoz,
la mala alimentación, el sedentarismo, el tabaquismo,
la huella hereditaria, la presencia de ciertos metales
como el cadmio en la industria de componentes, la
obesidad, etc.
Hay evidencia de que el desarrollo del cáncer
de próstata estaría relacionado con niveles altos de
ciertas hormonas, especialmente de tipo
andrógeno, como la
testosterona, que aumentan las posibilidades de
desarrollar este tipo de cáncer.
Algunas investigaciones han observado que niveles altos
de la
hormona del factor de crecimiento de insulina
también predisponen a padecer este.
Durante los últimos años, los científicos han
conseguido grandes avances en comprender cómo ciertos
cambios en la secuencia del
ADN pueden ocasionar que las células prostáticas
crezcan anormalmente y desarrollen un cáncer. Algunos
genes contienen instrucciones que controlan el
crecimiento y división celular. Los cánceres pueden
estar causados por una mutación del ADN que activa a
los oncogenes y que inhibe a los genes
supresores.
Algunas personas desarrollan ciertos tipos de cáncer
porque heredan de sus padres mutaciones del ADN. Las
investigaciones han descubierto que los cambios
heredados del ADN en determinados genes provocan que
algunos varones desarrollen cáncer de próstata con más
probabilidad. Estos cambios genéticos pueden causar
alrededor del 5 al 10% de estos cánceres de
próstata.
Cada vez que una célula se prepara para dividirse en
otras dos nuevas, tiene que hacer una copia de su ADN.
Este proceso no es perfecto y ocurren errores.
Afortunadamente, las células tienen encimas reparadoras
que corrigen estos defectos del ADN, aunque algunos
errores pueden pasar desapercibidos, especialmente en
su división celular dando al ADN una mutación de esas
células.
Entre las causas que se mencionan en la posibilidad de
padecer un cáncer de próstata lo
primero es el factor edad, ya que pasados los 50 años
se multiplican los casos. Otros factores que influyen
en su desarrollo son la raza, la distribución
geográfica y el estilo de vida. Los afroamericanos
tienen un 70% más de posibilidades de padecer esta
enfermedad que los de raza blanca del mismo continente,
y por otro lado afecta a países desarrollados de Europa
y Norteamérica, siendo menor su incidencia en el
continente asiático.
En las primeras etapas, el cáncer de próstata suele ser asintomático. A medida que progresa pueden aparecer los siguientes síntomas:
El cáncer de próstata precoz se detecta por una elevación del PSA (enlace en inglés) o realizando un tacto rectal.
La detección temprana se puede lograr mediante un
tacto rectal (TR) y un estudio del PSA (antígeno
prostático específico) que puede llevar al médico a
pedir una biopsia de próstata. Para esta biopsia se
utiliza una sonda ecográfica que se inserta en el recto
y una aguja para biopsia que se dirige a diferentes
áreas de la glándula prostática.
Si se ha diagnosticado el cáncer de próstata a
partir de una biopsia de la próstata, el
médico clasifica la enfermedad de acuerdo a su estadio
para determinar la extensión del cáncer. Para
determinar si el cáncer se ha diseminado a los
ganglios
linfáticos o a los huesos, el médico puede pedir
que se haga una tomografía computarizada de la pelvis o
de los huesos.
El sistema más utilizado para clasificar el
cáncer de próstata es el
sistema Gleason, que asigna valores de entre dos y
10 al cáncer. Los valores entre dos y cuatro indican
poca agresividad, los valores entre cinco y seis
indican una agresividad leve, siete indica agresividad
moderada, y los valores de entre ocho y 10 indican que
el cáncer es altamente agresivo.
Otra metodología pasa por medir el nivel de PSA en
sangre, una proteína de síntesis exclusiva en la
próstata dando como resultados que si es inferior a 10
se trata de un cáncer incipiente y poco agresivo si lo
hay, si por el contrario esta entre los valores 10 y 20
debe ser controlado porque puede comportar un riesgo
moderado, y si este índice está por encima de 20 es
posible que el cáncer esté desarrollado, sea agresivo y
su tratamiento sea complejo o infructuoso.
Otras exploraciones o exámenes médicos adecuados para
la diagnosis del cáncer de próstata son las
siguientes:
(ET) Medición ecográfica transrectal: se
introduce en el recto una sonda que tiene
aproximadamente el tamaño de un dedo para examinar la
próstata. Esta sonda hace rebotar ondas de sonido de
alta energía (ultrasonido) en las membranas y tejidos
internos de la próstata creando ecos que forman una
imagen de los tejidos corporales. Luego mediante una
aguja transrectal se procede a hacer la biopsia de
estos tejidos en busca de células cancerosas.
La biopsia a partir del perineo: extracción de una
muestra de tejido prostático mediante la inserción de
una aguja fina a través de la piel entre el escroto y
el recto hasta la próstata. Un patólogo examina el
tejido bajo un microscopio en busca de células
cancerosas.
Algunas veces, cuando el patólogo detecta células
prostáticas al microscopio, algunas no parecen
cancerosas, pero tampoco parecen normales. En estos
casos puede tratarse de una
neoplasia Intraepitelial prostática (PIN).
La PIN se divide en bajo grado y alto grado. Muchos
hombres desarrollan PIN de bajo grado siendo jóvenes y
no necesariamente desarrollarán un cáncer de
próstata. Pero con hallazgos de PIN de alto
grado, el cáncer puede estar presente a la vez en
alguna localización de la glándula prostática. Entre el
PIN de alto grado, existe un 30 a 50% de probabilidad
de encontrar un cáncer en una biopsia realizada más
tarde.
El Antígeno de Cáncer de Próstata-2 es el más reciente
descubrimiento. Se trata de estudiar una proteína que
se encuentra presente en el 90% de los casos estudiados
donde se confirmaba cáncer de próstata y en el 98% de
los casos donde éste se había propagado más allá de
ésta, quedando un relativo nivel de falsos negativos en
comparación con la
prueba del Antígeno Prostático. Por otro lado,
presenta un bajo índice de falsos positivos, dado que
tiene un 97% de acierto cuando se trata de verificar
que un paciente no sufre de cáncer de próstata.
El tratamiento puede hacerse por varias técnicas como
la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia, o bien
la hormonoterapia, o bien una combinación de todas. La
edad y el estado de salud general del afectado, tanto
como el alcance de la diseminación, la apariencia de
los tejidos examinados y la respuesta al tratamiento
inicial, son vitales en la determinación del resultado
terapéutico.
Si el cáncer no provoca ningún síntoma, crece
lentamente y está confinado en un área reducida
de la próstata, se recomienda mantener una conducta
expectante. Este tipo de tratamiento, en que no se
trata, se reserva a personas mayores de 80 años.
Debido a que el cáncer de próstata a menudo crece muy
despacio, si el paciente es mayor o padece otras
enfermedades graves, no es necesario tratarlo.
El cáncer va a ser observado y monitorizado.
Normalmente se realizan mediciones del PSA en sangre y
un tacto rectal cada seis meses, posiblemente con
biopsia guiada por ecografía anualmente. Si el paciente
desarrolla cualquier síntoma o el cáncer crece más
rápidamente, se tiene que considerar pasar a un
tratamiento activo.
La
prostatectomía radical es la cirugía que se realiza
para curar el cáncer de próstata en personas menores de
70 años. Se aconseja cuando el cáncer de
próstata no ha sobrepasado los límites de la
glándula prostática En esta operación, el urólogo trata
de curar extirpando la glándula prostática más los
tejidos periféricos. La técnica utilizada es la
laparotomía aunque desde hace unos 10 años se practica
por igual la laparoscopia, menos invasora e igual de
efectiva. Una novedad con buenos resultados es el uso
del
robot Da Vinci, ya que evita complicaciones como el
sangrado, incontinencia e impotencia.
La
radioterapia usa radiación de alta energía o
partículas para eliminar células cancerosas. La
radiación trata el cáncer de bajo grado que está
confinado en la próstata o que sólo ha invadido tejido
vecino. Si la enfermedad está más avanzada, la
radiación sirve para reducir el tamaño del tumor y
proporcionar alivio de los síntomas. Esta técnica se
usa en pacientes a los que no se aconseja la cirugía o
bien esta no da el resultado esperado.
La
braquiterapia, es una forma de tratamiento mediante
radioterapia en la cual se colocan las fuentes de
radiación que emite el medicamento en el interior del
tumor de la zona a tratar. Tiene una gran ventaja, que
las radiaciones que curan un cáncer habitualmente
vienen desde afuera y tienen que atravesar tejidos para
llegar al sitio que han de tratar, en cambio de esta
forma ya no se irradian estos tejidos porque lo tenemos
desde dentro las radiaciones. Es un tratamiento
teledirigido al sitio dónde interesa
La
crioterapia, o cirugía de criogenización,Â
utiliza la congelación de las células mediante una
sonda metálica para tratar esa próstata afectada.
Esta sonda se introduce en la próstata a través
de una incisión en la piel del periné guiada por
ecógrafo a través del recto. Precisa anestesia
epidural o general durante este procedimiento.
La apariencia de los tejidos prostáticos cambia en las
imágenes ecográficas al estar congelados y para
no dañar a los tejidos laterales, el urólogo observa
las imágenes de la ecografía durante este procedimiento
que precisa colocar de un cateterismo a través de
una incisión en la piel del abdomen, hasta la vejiga
para vaciarla de orina, mientras la próstata está
inflamada por la congelación. El catéter se retira al
cabo de una o dos semanas. Después de este
procedimiento, puede haber algunas molestias en el área
donde fueron insertadas las sondas. El paciente debe
estar ingresado en el hospital uno o dos días.
La criocirugía es poco agresiva, presenta una menor
pérdida de sangre, una corta hospitalización, un corto
periodo de recuperación y menos dolor que la
prostatectomía radical. Pero se conoce mucho menos la
efectividad de esta técnica a largo plazo.
Otro tratamiento y aprobado y con gran proyección es la
tecnología
“hifu†para tratar el cáncer localizado de
próstata, y que mediante ultrasonidos focalizados
de alta intensidad (en inglés "HIFU") libera energía a
partir de una sonda endorrectal. Estas ondas viajan a
través de las paredes del recto sin dañarlo y se
centran y atacan la próstata. Esta focalización produce
un calentamiento intenso e instantáneo que provoca la
destrucción irreversible de la zona seleccionada, sin
dañar los tejidos circundantes. El tratamiento,
puede llevarse a cabo bajo anestesia
epidural.
Luego existe la posibilidad de recurrir a terapias como
la del bloqueo hormonal andrógeno, que viene a eliminar
o reducir la producción de hormonas masculinas con gran
incidencia sobre la próstata como son la testosterona,
y por tanto puede ser útil tanto en fases precoces como
avanzadas como técnica o terapia complementaria a otros
tratamientos. Sin embargo no hay unanimidad entre los
servicios médicos a la hora de evaluar y posicionarse
respecto a esta técnica.
Algunas veces se recurre a quimioterapia si el
cáncer de próstata ha progresado y se haÂ
extendido fuera de la glándula prostática y el
tratamiento hormonal no hace efecto. En la
“quimioterapia sistémica†se administran
fármacos por vía intravenosa o vía oral, queÂ
entran en el torrente sanguíneo y alcanzan todas las
partes del cuerpo, haciendo que este tratamiento sea
eficaz en los cánceres con metástasis pero que
igualmente genera diversos efectos secundarios al
atacar también células sanas. La quimioterapia no está
indicada como tratamiento en caso de un cáncer de
próstata incipiente.
Igualmente importante son los tratamientos encaminados
a reducir los dolores, mejorar la calidad de vida y
atender los síntomas de mala salud de los pacientes con
cáncer de próstata. Para ello hay productos
clínicos o farmacológicos diseñados para esta
enfermedad u otras afines, como son los
analgésicos derivados de los opiáceos, que mitigan el
dolor y no tiene por que resultar adictivos. Después
hay un principio activo basado en el
ácido zoledrónico que tiene por finalidad
controlar, mitigar y evitar la metástasis ósea, cosa
que también puede hacerse mediante el uso de esteroides
como la dexametasona y otras, que alivian el dolor de
huesos.
Algunos estudios han demostrado que los pacientes que
reciben un buen tratamiento analgésico, pueden vivir
más tiempo y mejor.
Dados los conocimientos actuales sobre el
cáncer de próstata, hay indicios para pensar
que ciertas actitudes en la vida pueden ayudar a
prevenir esta enfermedad. Un posible factor de
riesgo es la dieta. Cabe disminuir el riesgo
de padecer este cáncer consumiendo una dieta baja en
grasas y rica en verduras, frutas y cereales.
Igualmente el uso de ciertas vitaminas o complejos
vitamínicos con presencia de minerales también ayudan a
la prevención del cáncer de próstata.
A nivel farmacológico y al igual que pasa con otras
enfermedades, hay estudios que evidencian que el uso
diario de aspirinas o ibuprofeno en personas de más de
60 años son beneficiosas ya que se asocian a una menor
incidencia de este tipo de cáncer.
De todos los varones diagnosticados de cáncer
de próstata, el 97% están vivos a
los 5 años del diagnóstico y el 79% a los 10
años. Estas cifras incluyen todos los
estadios y grados del cáncer de
próstata, pero no tiene en cuenta los hombres
que mueren por otras causas.
Los factores de riesgo de la cirugía y el resto de
tratamientos, especialmente la radioterapia y la
quimioterapia, son la incontinencia urinaria y la
impotencia. La incontinencia es muy poco frecuente, ya
que ocurre en menos de un 5 por ciento de todos los
casos quirúrgicos. Además, hay procedimientos que
pueden solucionarla. La impotencia, es más habitual y
es el efecto secundario que más preocupa a los
pacientes especialmente jóvenes, pero también puede
tratarse con diferentes medicamentos y/o dispositivos
técnicos como prótesis penianas.
Un 70% de todos los cánceres de próstata se
diagnostican cuando este tumor ya ha tenido extensión a
otras partes del cuerpo, y pese a ello los
niveles de supervivencia han aumentado más del 10% en
los últimos 5 años.
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